LIBERTY OF THE SEAS (II)

LLEGADA A CIVITAVECCHIA

Llegábamos a este puerto a las 7 de la mañana, así que nos levantamos pronto porque teníamos un largo camino para llegar a Roma. Nos duchamos, nos vestimos y nos vamos a desayunar. Hoy haremos la excursión nosotros solos, ya que nuestros compañeros de crucero la habían contratado en el barco. La Autoridad Portuaria pone unos buses gratuítos que te llevan hasta la entrada del puerto. Desde ahí sólo teníamos que caminar en línea recta, con el mar a nuestra derecha, hasta la estación de tren. Una vez allí, compramos un billete BIRG que es válido para todo el día (ida y vuelta) también pudiendo ser utilizado en metro y bus por toda la ciudad de Roma. En la estación hay unas máquinas amarillas donde hay que validar este billete. El trallecto dura una hora y media más o menos, ya que decidimos bajarnos en Termini. Nuestra primera parada, la Plaza de España. Allí nos hicimos unas fotos y nos acercamos a la Fuente de la Barcaza (la vez anterior que estuvimos en Roma no pudimos porque estaba llena de gente). Nos dirigimos hacia la calle más "barata" de la ciudad, la Vía Condotti para ir hasta la Columna de Marco Aurelio.

Seguimos paseando hasta llegar a la Fontana de Trevi y sacar unas cuantas fotos, además de volver a tirar la moneda para regresar a esa maravillosa ciudad.

Paseando por las calles de Roma me encontré a un "amigo" que conocí en mi visita anterior a la ciudad:

Fuimos a tomarnos un capuccino al Café Tazza D'Oro, al lado del Pantheon. Y luego entramos a ese lugar taaaaaaan bonito, cómo me gusta el Pantheon.

Seguimos con nuestro paseo hasta llegar a otro lugar precioso, la Piazza Navona. Cómo me gusta sentarme allí, admirar la Fuente de los Cuatro Ríos, comerme un helado en la Heladería Tre Fontane (para mí los mejores helados de Roma).

Admirando el paisaje mientras seguíamos nuestro camino, llegamos hasta el Monumento de Vittorio Emanuele:

Nuestro siguiente destino era la zona del Coliseo, es un lugar que me gusta mucho. Admirar ese lugar, ver a toda esa gente haciendo cola para entrar (ya me tocó en su momento hacerla), ver el Arco de Constantino, observar de lejos el Palatino....

Dando una vuelta por la zona, nos sorprendimos con que hay nuevas excavaciones al lado del Palatino:

Ya era hora de volver al barco, qué momento triste y qué día tan corto. No me importaría volver a esta ciudad mil veces, la adoro. Me gusta su olor, su gente, sus calles. Es bella, diferente, auténtica. Volvimos a Termini para coger el tren de vuelta a Civitavecchia, regresar a la entrada del puerto y subirnos a ese bus que nos llevaría de regreso a los pies del Liberty of the Seas para seguir con nuestro viaje. Esa tarde disfrutamos de uno de los mejores atardeceres que pudimos disfrutar durante el viaje:

Había que reponerse antes de ir a cenar, así que fuimos al jacuzzi para aprovecharnos de las burbujitas calientes y ver los últimos momentos del atardecer maravilloso.

Luego bañito en la piscina (el agua congelada), paseíto y de vuelta al camarote para arreglarnos (o por lo menos intentarlo, jeje). Cenita y a dormir, mañana toca madrugar para irnos a......  

UN DÍA EN POMPEYA

  Hoy era el día, por fin llegaba un lugar con el que soñaba desde hacía mucho tiempo. Hoy tocaba ir a Pompeya y lo haríamos con nuestros cuatro compis de crucero. Nos levantamos pronto y fuimos al buffet para desayunar junto a nuestros compis y luego salimos del barco rumbo a la estación de tren (Terminale Circumvesuviana). La estación está en la Calle Corso Giuseppe Garibaldi y, aunque parece no estar demasiado lejos, el paseo es pesado. A parte de quedar lejos, el olor de la ciudad me repugnó. No veía la hora de llegar a la estación y coger el tren para salir de allí. Compramos los billetes y nos dirigimos al andén para subirnos al tren. Nuestra sorpresa al llegar fue bastante grande, el tren era pequeñito y, además, no olía muy bien que digamos. Pero no había otra forma de irnos a Pompeya, así que nos subimos y el tren empezó a caminar durante unos 40 minutos hasta llegar a Pompei Scavi Villa dei Misteri (parada donde hay que bajarse). A la derecha de la parada del tren está la entrada a las ruinas de Pompeya, compramos las entradas, unas botellitas de agua y para adentro. Entramos por la Puerta Marina dispuestos a visitar estas fantásticas ruinas pensando que con unas pocas horas tendríamos suficiente para verlas, pero a medida que íbamos caminando veíamos cómo iban pasando las horas y, al final, no pudimos ver toda la ciudad. La Puerta Marina fue denominada así porque daba al mar, aunque antiguamente se conocía como Puerta Neptuno. Tiene dos aberturas cubiertas por una bóveda de piedra, una para los peatones y la otra para los animales.

El Foro era el centro cívico y el corazón de la vida comercial de la ciudad. Era un amplio espacio abierto con forma rectangular al que se accedía por una gran puerta de bronce. Habían mesas donde los vendedores exponían su mercancía al público. También se podían encontrar unas tablillas donde se escribían noticias importantes de la época (resultado de las últimas elecciones, fecha de un espectáculo, quejas de la gente de la ciudad.....).

El Templo de Apolo es el edificio religiosos más importante de Pompeya. A parte de Apolo, también se veneraban Diana Cazadora y Mercurio.

El Paso de Cebra en Pompeya eran elevados. Uno de los motivos por los que eran elevados era para que cuando lloviese la gente no tuviese que mojarse hasta las rodillas para pasar de un lado al otro.

Las Termas del Foro no son las más grandes de la ciudad, pero son de mucho interés por la elegante decoración y el excelente estado de conservación del caladarium (baño para agua caliente) y del tepidarium (baño para agua tibia) de la sección masculina.

La Casa del Fauno es una de las más lujosas construcciones de Pompeya. Se supone que allí vivía el sobrino del dictador Sila. En un piso de la casa se encontró una de las más grandes y bellas escenas realizadas en mosaico: la Batalla de Issos que se encuentra en el Museo Arqueológico Nacional de Nápoles.

También nos encontramos con ésto:

Y con el bar:

Y la panadería:

Y sus calles:

Nos despedimos de Pompeya con esta imagen que quedará en mi memoria para siempre:

Ya sólo nos quedaba desandar lo andado, coger el tren de vuelta y caminar unos minutos hasta el puerto para subir al barco.

Esta noche, antes de la cena nos tocaba el espectáculo sobre hielo. Maravilloso, no puedo ponerle otro adjetivo.

Tras el espectáculo tocaba ir a cenar, así que desde antes ya estábamos arreglados para ello.
Aprovechamos para hacernos una foto todos los que compartíamos mesa con nuestros camareros, que tantos buenos ratos nos hicieron pasar y que nos trataron de maravilla.

Tras la cena tocaba la fiesta de despedida en la última planta del barco, la zona de las piscinas.

Estuvimos un ratillo en la fiesta y nos fuimos a dormir, mañana queremos aprovechar bien nuestro último día en el barco.

ÚLTIMO DÍA, DÍA DE NAVEGACIÓN

Hoy no madrugamos mucho, ducha, ropa y a desayunar al bufet.
Paseos por el barco, y más tarde buscaríamos al resto del grupillo que hemos hecho estos días.

Cuando encontramos a nuestros compis nos enteramos que a uno de ellos se lo habían llevado al médico porque se había caído y tenía el pie hinchado. He aquí la prueba de su mala pata el último día (pie vendado y muletas):

Por la tarde, en el Royal Promenade, hicieron un desfile de despedida:

Tras el espectáculo, nos fuimos a duchar y cambiar para ver el espectáculo de despedida y asistir a nuestra última cena en el barco.

DESPEDIDA DEL BARCO

Toca levantarse pronto porque nos echan rapidito del barco (intenté esconderme pero me pillaron, chachis...).
Quedamos para nuestro último desayuno con nuestros compañeros de viaje.
Volvimos al camarote a recoger las maletas, nos reunimos con ellos y salimos del barco en busca de un taxi.
Llegamos juntos, en dos taxis, hasta el centro de Barcelona. Tomamos un café juntos y luego nos despedimos aguantando las ganas de llorar.
Lo pasamos genial con ellos y los echamos mucho de menos.